El pueblo de Quiñihual está ubicado en la región sur bonaerense, a 490 kilómetros de La Plata. Es poco conocido y su historia espléndida y resistente, quedó en el olvido debido al aislamiento del pueblo luego de la desaparición del Ferrocarril de La Plata, desactivado con la privatización del ferrocarril en el período de 1990 a 1994.
Actualmente cuenta con único habitante, la única persona que se quedó a vivir de los 700 que tuvo el pueblo platense en algún momento. Se construyeron casas, comercios, una escuela y un club de fútbol.
Durante décadas, Quiñihual fue un pueblo dinámico. Una comunidad integrada principalmente por trabajadores ferroviarios y rurales que se fueron abandonando mientras desarmaban el ferrocarril. Ahora todos esos lugares están ocupados por el silencio campestre y el polvo del desuso.
Un pequeño pueblo argentino fue seleccionado como uno de los más hermosos del mundoLa única persona que vive en el pueblo, atiende una desolada pulpería
Las familias migraron y el pueblo fue desvaneciéndose hasta quedar con un único habitante: Pedro Meier, de 67 años, quien decidió ser el custodio de un pueblo abandonado. "Vine a los siete, mi padre compró un campo y un almacén y bueno, de ese tiempo estoy acá”, graficó y siguió contando su historia "Alquilé unos campos, hace ya más de 30 años, cerca del pueblo, a unos 25 kilómetros, y antes de trabajar, me quedo allí haciendo chacras y luego voy a la pulpería, donde me quedo durante varias horas, esa es mi vida".
La pulpería de Pedro, cuya edificación data de fines del siglo XIX, tiene balanzas antiguas, múltiples mesas con diferentes manteles hogareños y la decoración de los diferentes productos en las repisas. Funciona como tienda, refugio y confidente. Relató que es concurrido por personas que se acercan de pueblos vecinos que se quedan hasta la noche y turistas fascinados por la historia del lugar.
¿Cómo es Quiñihual, el pueblo abandonado con un único habitante?
El nombre del paraje rinde homenaje a un cacique indígena que resistió, sin rendirse, durante la Conquista del Desierto. Quiñihual fue acorralado por el ejército de Roca en 1879 y eligió morir antes que abandonar su tierra. Esa historia de lucha y arraigo parece repetirse, casi un siglo y medio después, en la figura de Meier, quien defiende su modo de vida con las armas pacíficas del trabajo, la constancia y la memoria.
Al caer la noche, cuando las sierras ocultan el último destello y el campo se sumerge en el silencio, la luz del generador vuelve a prenderse.
La vida en Quiñihual exige un tipo de fortaleza que no se mide con relojes ni métricas urbanas. Pedro cría vacas, cerdos y animales de granja. “Antes se trabajaba muchísimo más. Porque siempre se asomaban gente. El progreso de los tractores, herramientas más grandes, se cortó la circulación de los trenes y eso provocó se cierre absolutamente todo”.